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Se nos insiste: debes alcanzar la cima de la colina. Se nos condiciona: debes ser tú misma. Pero no hay gloria en la cima, ni verdad en una misma. El deporte que practico a diario no incluye líneas, ni limitaciones, ni leyes. Aprendo a desgarrarme para así abarcar el universo que me acaricia en su ominosa totalidad. Cambio de traje un día tras otro y sólo en el apéndice de la noche me disfrazo de mí misma, y así la almohada engulle cada una de las esquirlas que se desprenden de mis sueños, absurdos e insignificantes hasta la última gota.

Si habéis entrado aquí es porque os gusta perder el tiempo. Nunca tendré nada de lo que buscáis. Estáis solos en esta constelación, al igual que yo.